lunes, 21 de abril de 2014

John Cameron Mitchell.

¿Quién coño es John Cameron Mitchell?

Érase una vez una niña. Ella siempre había sentido curiosidad por el mundo, pero especialmente por las artes. Le fascinaba el arte. Podía pasarse horas interminables observando un cuadro que para el ojo del ignorante no decía nada, pero que para ella significada un pequeño universo encerrado en un rectángulo de lienzo y óleo. Pero el arte, más tarde comprendió, no solo reside en las galerías de arte, en los cuadros y en las esculturas, no. El arte también está en la música, en el cine, en el teatro. El arte nos inunda, y aquella pequeña niña descubrió que pocas cosas había más apasionantes que sentarse, ya fuese en casa o en un teatro, grande o pequeño, sentarse y disfrutar de un buen musical, ya fuese moderno o clásico, trágico o cómico, en blanco y negro o a todo color; a aquella niña no le importaba nada más que no fuese estremecerse, ponerse bajo la piel de otra persona que no era ella misma durante algún par de horas mágicas y sentirse transportada bajo el manto del éxtasis a otra dimensión donde los fantasmas, como decía Fitzgerald, respiraban sueños.

Esa niña, la misma que está a punto de llegar a la mayoría de edad, la misma niña que se encuentras ahora mismo sentada en la silla de su escritorio escribiendo estas humildes palabras, esa niña, descubrió como amar este espectacular mundo, el mundo en el que la música y la actuación se dan la mano, gracias a un pequeño hombre que en el año 2001 dirigió, protagonizó y escribió el guión de una película que él mismo había creado con anterioridad para ser representada en el lugar donde los sueños viven, el mismísimo Broadway. Fue en Broadway, a finales del siglo pasado ya, lo que se dice pronto, que Hedwig, uno de los personajes más bellos jamás creados, empezó a existir. Hace unas cuantas entradas hablaba de ella, pero nunca podré decir lo suficientemente bien todo lo que Hedwig significa y representa para mi. Suena un poco absurdo si sabes de lo que hablo, pero de veras que me siento identificada con ella. Ella, que está por encima de los hombres y de las mujeres, y que vive en un mundo que no le pertenece, donde no puede vivir porque no comprende nada de lo que la rodea, y viceversa. Jesús no me ha salvado, pero admiro su trabajo. Aquella niña de la que os hablaba al principio topó con Hedwig, y su vida cambió para siempre. Quería ser actriz, quería ser directora, quería vivir sobre un escenario para hacer vibrar al mundo como Hedwig la había hecho vibrar a ella. Hedwig y el hombre que se encontraba bajo las capas de maquillaje de Hedwig, John Cameron Mitchell. Así que hoy esta entrada ha tenido que nacer porque es su cumpleaños, el cumpleaños del hombre que ha hecho todo posible, pero este día podría ser otro cualquiera, pues no necesito una razón para hablar de Hedwig, para hablar de Tommy Gnosis, del origen del amor, de cómo puedes seguir mi voz a través de los oscuros recovecos de este pequeño pueblo encantado. Las personas acostumbran a pensar que solo se puede amar a otra persona, pero el amor a un personaje, el amor a una idea, el amor a un libro o el amor a cualquier cosa por la que sientas pasión, también es amor de verdad. ¿Por qué no amar algo que hace tu vida completa? Gracias, John, gracias por ser una de las más grandes inspiraciones de mi vida, y gracias por completarla. Feliz cumpleaños.


There's nothing you can't find that cannot be found.